Hace seis años escribí acá sobre mi entonces guilty pleasure, la banda Tan Biónica. Actualmente es solamente un pleasure porque a la mierda todo. Soy una treintañera a mediados de 2021 y ahora solo quiero el placer.
En esa ocasión comenté acerca de un incidente que involucró a Chano, el cantante de la banda, y vuelvo al tema seis años después porque desde entonces las cosas han ido de mal en peor. La banda no existe más desde 2016 y esto tiene mucho que ver con los problemas que Chano viene enfrentando durante muchos años con las drogas.
Vuelvo al tema porque ahora mismo él se encuentra en un hospital sin el bazo y sin uno de los riñones luego de haber sido baleado por la policía durante lo que los medios calificaron como un brote psicótico en su casa. Él ya había tenido otros episodios similares, ya había sido internado en clínicas y nunca pudo salir de esta situación, que ahora lo acercó mucho a ella, ella misma, la muerte.
Casi todas las letras de Tan Biónica hablan de su relación con las drogas, y casi siempre de forma indirecta, entre líneas, pero quienes conocían el problema las entendía perfectamente. Cuando conocí a Tan Biónica, en mi primera semana en Buenos Aires, no sabía nada de esto. Simplemente me gustaban las canciones y Chano me parecía re fachero.
En 2015, cuando llegué sin conocer a nadie y sin hablar español, Chano era mi principal compañía y también mi profesor. Con él aprendí palabras, el acento, las jergas y expresiones porteñas. Caminaba a todos lados con mis auriculares y Tan Biónica en el volumen máximo.
Escuchaba a Tan Biónica, cuando estaba triste, cuando me sentía sola, cuando necesitaba ayuda, pero también cuando estaba feliz, cuando conocía a alguien que me gustaba, cuando sucedía algo inesperadamente positivo, cuando me preparaba para salir.
Trataba de mostrarles a todos los que conocía que Tan Biónica no era lo que decían, que no era necesariamente una banda de adolescentes, que era divertido y triste a la vez. Y por sobre todo trataba de hacerles entender que para mí era una banda muy necesaria y me llenaba un gran vacío.
Cuando todo salía mal tenía a Chano en mis oídos diciendo que “mientras caemos hay música, aunque afuera esté todo mal”. Cuando sentía la soledad de estar sin nadie en una ciudad enorme y casi desconocida, escuchaba a Chano decir “viajo bien adentro a la ciudad del desencuentro, capital del nuevo centro del vacío existencial”. Cuando mi corazón estaba roto un viernes por la noche, Chano parecía narrar mi vida diciendo “es viernes y te extraño, es una nueva desilusión”. Me daba cuenta de que, como yo, él también había pasado por “un lunes de terror”, “un domingo delirante” y “un martes medio gris”.
En octubre de ese mismo año, cuando decidí en contra de mi voluntad regresar a Brasil por unos meses antes de volver definitivamente a Buenos Aires, elegí viajar el 4 de noviembre por una canción de Tan Biónica. La canción decía “con vos es 4 de noviembre cada media hora”. Nadie sabe bien qué significa ese día para Chano, aunque haya muchas teorías, pero quería que también significara algo para mí. Ese 4 de noviembre de 2015, todos los canales pasaban el video de la canción en la tele, lo que hizo que todo fuera aún más emotivo y melancólico.
Desde entonces, Chano y yo tenemos algo en común: nunca olvidaremos el día 4 de noviembre.
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