Sex and the City y la discusión inútil

Estoy reviendo Sex and the City, así como gran parte de la humanidad, aparentemente. La cuarentena despertó un deseo unánime de rever Sex and the City, lo sé porque he encontrado algunos textos por ahí. Entiendo que haya sido trabajo del algoritmo, pero también vi discusiones en Twitter, de personas que sigo, y por lo tanto no fue culpa de las cookies.

Sin embargo, todas las discusiones y análisis tienen en común algo que es un tanto extraño para mí: señalar que la serie ha envejecido mal. ¿Hace cuántos años es posible decir que Sex and the City ha envejecido mal? Tiro por lo menos menos unos diez. ¿Por qué demonios en 2020 se discute algo tan obvio? La discusión sobre Sex and the City haber envejecido mal es tan antigua como la serie misma.

 Entiendo que quizás alguien que la esté mirando ahora después de verla por primera vez cuando se estaba transmitiendo se sorprenda por algunos comentarios o chistes machistas, gordofóbicos o transfóbicos. Pero, ¿no parece un poco obvio que esto lamentablemente podría existir en una serie grabada hace 20 años, cuando estos términos eran poco o simplemente no eran usados? Si todavía tenemos que estresarnos por este tipo de estupidez en la televisión, imaginate lo que podría pasar entre 1998 y 2004, no solo con Sex and the City, sino probablemente con la mayoría de los programas.

La serie ya era vieja la primera vez que la vi (y me encantó), en 2013, y yo era plenamente consciente de que todo lo que sucedió allí fue prácticamente en otra Era, en otra vida. Definitivamente era otro mundo. Las personajes recién empezaban a usar teléfonos celulares e Internet, estaban aprendiendo a comunicarse por email, y la revolución llegó precisamente con la conexión masiva entre las personas, unos años más tarde. Todo lo que vino antes probablemente contenga algo impactante y decepcionante. O algo para reflexionar.

Otra crítica clásica a Sex and the City es la obsesión de las personajes con el casamiento, con la idea de que ser una mujer soltera de 30 años era inusual e inaceptable. Esto sucedía  adiviná por qué. PORQUE EL MUNDO ERA ASÍ. Porque hace 20 años, la mayoría de las mujeres eran víctimas y terminaban cediendo a la presión social. Y, sorprendentemente, todavía hay mujeres como Charlotte hoy en día, aunque no vivan en la burbuja de quienes problematizan Sex and the City por haber envejecido mal a mediados de 2020.

En 2013 vi la serie con otros ojos, porque ya era vieja, en todos los sentidos. En 2020 ni hablar, y creo que esa es la diversión. La gracia está precisamente en encontrarse con situaciones que una no esperaba que sucedieran hace 20 años, como la libertad sexual y la independencia femenina, la diversidad sexual, hablar abiertamente sobre aborto, la amistad entre mujeres, sin competencia, sin falsedad, sin hablar mal de la otra detrás por la espalda. Todo lo demás es lo que esperamos de una serie de hace dos décadas: clichés sobre mujeres que aman los zapatos, clichés sobre mujeres que tienen que llegar a los 35 casados ​​y, si es posible, con hijos, clichés sobre no tener relaciones sexuales en la primera cita, clichés sobre mujeres molestas y dramáticas (sí, Carrie y Charlotte eran insoportables la mayor parte del tiempo).

Lo mejor de volver a verla es encontrarse sorprendida de que hace 20 años había una personaje que no quería casarse o tener hijos, que tenía relaciones sexuales con cuántos hombres tenía ganas sin importarle lo que pensaran de ella. Una personaje que tuvo una relación con una mujer. Que había otra personaje que había logrado el éxito profesional, que pudo comprar sola un departamento en Nueva York y que ya sentía la presión social de salir con un hombre que ganaba mucho menos que ella. Personajes que se sorprenden cuando su amiga decide abandonar su carrera para cuidar la casa y tratar de tener un hijo. Una personaje cuyo mejor amigo es un hombre gay de mediana edad con el que todos actúan y hablan abierta y naturalmente sobre su sexualidad. Personajes que admiten haber hecho abortos, personajes que no juzgan a sus amigas por haber hecho un aborto o por pensar en hacer uno.

Eso para mí es lo que cuenta en Sex and the City. Eso y el deseo de pegarle una cachetada a Carrie el 90% de los episodios y amarla nuevamente justo antes de los créditos finales. El resto está ahí para recordarnos que, en cierto modo, el mundo era un poco peor.


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