Cuarentena día: no sé que día es hoy

Ya no sé más cuánto tiempo hace que estoy encerrada en casa. No estoy escribiendo eso para que alguien lo lea. O si. Lo estoy escribiendo para que una persona lea. Yo. Yo misma. Dentro de algunos meses o años.
Estou um pouco paranoica. En estos días bajé para para buscar una crema Avène carísima que me compre por Mercado Libre y creo que puse la mano en la boca cuando entré al ascensor. Paso desinfectante en los picaportes, en los interruptores, en las llaves, en las canillas. A veces me preocupo por cosas que hago sin querer, tipo volver del supermercado y dejar la ropa que usé amontonada en el piso de la habitación. Cuando cocino pienso si realmente desinfecté correctamente la bolsa de arroz antes de guardarla. Me lavo las manos. Me lavo las manos de nuevo. Y de nuevo. Y una vez más.
Me despierto y pienso si voy a ser echada hoy, mañana, la semana que viene o un día antes de que se termine mi período de prueba. La empresa en donde trabajo depende del turismo , de los restaurantes, del cine, de los teatros, de varios lugares, de varios lugares que están cerrados desde hace semanas.
Quiero salir. Quiero ir a bailar a The Roxy. Quiero cenar en un restaurante. Quiero comer cheescake en una cafetería. Quiero volver al pilates. Quiero ir a un bar con mis amigas. Quiero hacer una juntada con mis otros amigos. Quiero caminar por Cabildo. Quiero ir a San Telmo. Quiero ir al Centro Cultural Recoleta. A un museo. Al Colón. Quiero ir a un recital de Bándalos Chinos. Quiero dejar de leer noticias sobre el coronavirus 90 vece por día.
Pero no todo es así de malo en el aislamiento. Soy una persona que naturalmente le gusta quedarse en casa, entonces quizás sufra menos que quienes necesitan estar en la calle todos los días. Una de las cosas que más me gustaron fue el home office. No hice amigos en mi nuevo laburo - incluso hay una chance de que algunos compañeros me odien - entonces no extraño estar allá. Mi presencia ni siquiera es necesaria allá. Trabajo para seis países distintos  y eso solo es posible ¿adiviná cómo? Sí, por chat y calls. Ni siquiera mi jefe viven en el mismo país que yo. Con home office aprovechar mejor mi tiempo. No tengo hijos, ni gatos, ni perros, ni vivo con mis padres, sólo tengo que escapar de Javi que me la pasa mostrando memes en persona todo el día. Más allá de eso, las cosas fluyen bien.
Con el aislamiento empecé a hacer ejercicios en casa casi todos los días. Obvio que no estoy adelgazando, porque ¿quién puede parar de comer estando en casa 24 horas por día los siete días de la semana? Pero me siento mejor cuando me ejercito.
Otra cosa increíble que pasó en este período es que volví a escribir mi novela, un libro que probablemente jamás será publicado, pero que es muy necesario para mi. Antes de la cuarentena tenía unas 16 páginas y hacía meses que no abría su archivo. Ahora ya tiene fucking 42 páginas. Espero no dejarlo después que todo vuela a la normalidad.
También estoy viendo muchas películas, en la última semana vi casi una por dia, leyendo un poco más que lo normal y volví a escuchar música. Sí, yo pasaba varios días sin escuchar música antes de aislamiento.
Algunas cosas, sin embargo, son un poco decepcionantes. Es decir, yo estoy siendo un poco decepcionante con algunas cosas. Estoy tocando menos piano y mis estudios de francés siguen tan ridículos como antes. Con eso quiero decir que sigo solamente con esa lechuza desgraciada.
Por último, otro punto positivo fue que, como no existe vida social, tuve coraje de gastar mil pesos en un gin Beeafeater Pink que quería hacía mucho.
Se supone que esta es la última semana de aislamiento en Argentina y pronto las cosas van a volver a funcionar na manera gradual. Espero que no todo vuelva a la normalidad. Lo normal no siempre es copado.

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