Cómo vive una persona completamente sin talento

Yo, todos los días.

Quisiera que alguien me convenciera de que no todas las personas en el mundo tienen algún tipo de talento para que yo finalmente deje de buscar el mío y acepte que estoy en este mundo solo para ver series y comer torta. Y no es que este talento que estoy buscando transformaría mi vida o me haría ganar dinero. Definitivamente no. Solo quería encontrar algo en lo que fuera realmente buena para poder vivir (y morir) en paz.

En medio a esta jornada de buscar, buscar y no encontrar, terminé odiando a dos tipos de personas.

Primero, a los que tienen algún talento y no hacen nada con él. Y ni siquiera hablo de monetizarlo necesariamente, sino de convertirlo en un pasatiempo, en algo para hacer todos los días y estar orgulloso. O simplemente para presumir, para subir en Instagram, hacer un videíto para TikTok.

Y segundo, a personas que tienen más de un talento. Que dibujan a la perfección y además tocan la guitarra como David Gilmour. Gente que podría estar en la selección de handball y que además cocina como un chef internacional. O gente con ese talento que requiere poca o ninguna dedicación, como nacer bella, con la nariz perfecta y medidas estándar y aun así tener una facilidad absurda para relacionarse con la gente, ser simpática, amable o extremadamente divertida. No es culpa de ellos, pero la puta madre, qué odio.

Además de haber nacido completamente talentless, tuve que esforzarme para desarrollar algunas habilidades en las que soy mediocre, como hacer salsa de tomate o escribir. Y lo más gracioso es que uno de los pocos atributos valiosos que tengo es mi consistencia, algo que he desarrollado recientemente. ¿Y sabés por qué es gracioso? Porque aun siendo consistente, no puedo desarrollar ningún talento en las cosas en las que soy consistente.

Es decir, soy realmente muy disciplinada para entrenar, por ejemplo. Voy cinco veces a la semana y ni siquiera recuerdo la última vez que falté, probablemente cuando estaba enferma o tenía una cita importante y urgente. Aun así, mi cuerpo todavía no se parece en nada al de Jimena Barón.

También soy consecuente con mis prácticas pianísticas. Tomé clases por poco tiempo, pero vengo practicando al menos tres veces por semana durante casi cinco años y parece que empecé hace dos meses.

¿Y sabés lo que realmente empecé hace dos meses? Sí, las clases de canto. No me perdí un día, aun sabiendo que soy un completo desastre.

Hace unos meses también empecé a tomar clases de inglés por mi trabajo, y cada nueva semana mi conversación con la profesora empeora. Cada clase se me olvida decir al menos diez frases que decir y otras diez que realmente no tengo ni idea de cómo se dicen.

Por no hablar del francés, que empecé a estudiar por mi cuenta hace años, cuando la constancia todavía no era una obsesión para mí, y aún no salí del nivel básico.

Podría escribir otros nueve mil caracteres sobre el tema, pero necesito plantar la cuarta suculenta en la maceta que mi amiga rusa pintó y me regaló en enero. Sí, desde enero hasta ahora, maté tres suculentas. Creo que eso dice mucho sobre mí.

Nenhum comentário:

Postar um comentário