martes, 16 de septiembre de 2025

Los elegidos

Siempre fui de la opinión de que hay solo dos tipos de personas que votan a la derecha: las que nunca tuvieron el pensar como un hábito (los popularmente conocidos pobres de derecha), y las que se benefician monetariamente de manera directa de esa ideología. Forman parte del segundo grupo los propios políticos, empresarios multimillonarios e influencers que ganan dinero repitiendo como loros frases hechas con el tenor más absurdo posible en el afán de viralizar.

De hecho, este tercer segmento, el de los que ganan la vida saltándose la mayor cantidad posible de derechos humanos delante de una cámara, me resulta, de cierto modo, fascinante. Sí, porque ellos muchas veces ni siquiera creen totalmente en lo que dicen, pero encontraron su nicho. Un nicho formado única y exclusivamente por el primer tipo de votantes de la derecha. Y se dieron cuenta muy rápido de que toda su audiencia es lo bastante tonta como para ayudarlos a bancar sus pequeños lujos y hacerlos famosos.

Por razones lógicas, no suelo relacionarme con gente que está en contra de mi existencia (mujer, inmigrante, de clase obrera, entre otros aspectos que me hacen una pieza sin utilidad en su juego de “quién tiene más valor”), pero lamentablemente personas muy cercanas a mí sí se relacionan. Esto hace que mi pequeña burbuja de gente que no odia a las minorías y no quiere que las mismas pierdan derechos básicos explote de vez en cuando. Y nunca me deja de sorprender.

A los pobres de derecha les encanta repetir el discurso cascado de que es incompatible ser de izquierda y vivir bien, consumir marcas y productos de calidad, como si defender derechos básicos para todos significara hacer voto de pobreza. Y no los culpo, sé que no tienen la capacidad cognoscitiva de pensar ni por una fracción de segundo en qué significa eso. De modo que, si lo dijo alguno de sus ídolos —ya sea algún empresario, político o influencer incel— es suficiente.

Lo curioso es que, precisamente, los que creen que hay una incompatibilidad entre ser de izquierda y vivir bien forman parte de al menos dos de los grupos de abajo:

1 - Pobres
2 - Desempleados
3 - Creen que heredarán la empresa para la que trabajan como operadores de telemarketing
4 - Sueñan con ser funcionarios
5 - Creen que son especiales

Poco se habla sobre cómo el pobre de derecha cree que será el elegido. De dios, del CEO de la empresa donde trabaja, de Elon Musk, de Santiago Abascal, de Donald Trump, de quien sea. Porque el que quiere ser funcionario defiende (o al menos debería defender, según su ideología) la disminución de la máquina pública. Pero menos en lo que le toca a él. Él se queda: su puesto de administrativo de nivel medio que llena planillas debe ser mantenido. Los cargos cortados deben ser otros. El que tiene una novia inmigrante solo está en contra de los otros inmigrantes. Ellos sí se tienen que ir de su país y dejar de robar el trabajo de los que son de ahí de verdad. Su novia no, su novia es especial porque él es especial.

El pobre de derecha está seguro de que algún día llegará a ese lugar que tanto desea. Total, aún es muy joven, solo tiene 30. Además, escuchó de algún youtuber que, al ser hombre, recién ahora está entrando en su prime, es decir, el momento en que todo le empezará a ir bien. Quizás hasta consiga una novia nativa, o al menos nórdica. Pero como le cuesta asimilar más de dos frases seguidas, le faltó entender que no es suficiente con solo cumplir 30 para llegar al prime. Y que si llegó a esa edad siendo muy poco atractivo física e intelectualmente, tener 30 por sí solo no va a mejorar su situación. Tampoco le hará más cool el hecho de que se esté alejando un poquito de la edad que tenía cuando pagó para tener sexo por primera vez. Lo hecho está hecho, compañero.

El pobre de derecha está en contra de la disminución de la jornada laboral, del sueldo mínimo y de cualquier derecho del trabajador, porque ahora que está en su prime será CEO y esos detalles menores ya no le afectarán. Es solo cuestión de tiempo. También está en contra de los impuestos porque le sacan un porcentaje demasiado alto de su remuneración de operador de telemarketing. Sin embargo, todavía no sabe cómo le pagarían su sueldo de funcionario sin la recaudación. 

Es que, bueno, tampoco es su culpa si ninguno de sus incels influencers favoritos subió un reel explicando eso, ni cómo haría para conseguir sus antidepresivos gratis por la sanidad pública.

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