La crisis de los treintipico



Todavía hay un poco de tintura rosa en mi pelo. No sé qué hacer para sacarla. O sea, ya está, ya se me fueron las ganas de tener el pelo de color. Cuando recién lo había teñido, a cada lavada se me bajaban varios tonos, pero ahora se quedó ahí. No está feo, pero quiero volver a mi rubio manteca.

¿Por qué me teñí el pelo de rosa a esta altura de la vida? Qué sé yo. Anduve diciendo por ahí que era la crisis de los treintipico. Debe serlo. 

Tuve el pelo rosa cuando tenía 16. Todo rosa, desde la raíz hasta las puntas, no como ahora, que solo me teñí una parte. La parte que el colorista me hizo rubio manteca -según sus propias palabras- en noviembre del año pasado, cuando me senté en la silla de su peluquería y le pedí un balayage rubio, bien bien rubio

Me gustó lo que hizo el tipo, pero por alguna razón ese mismo día me miré en el espejo y pensé “hmmm mirá este pelo tan clarito, imaginá cómo quedaría una tintura rosa”. Entonces, el mes siguiente, caminando por en frente a las varias perfumerías de la avenida Brasil, en Balneário Camboriú, entré a una y me compré la tintura.

Recién en la primera semana de abril reuní las ganas para finalmente teñirme. En principio, mucho no me había gustado como quedó. Se ve que cuando sos más vieja ya no tenés esa predisposición de verse rara y llamativa. Bueno, al menos yo no la tengo más. No quiero que nadie me mire en ningún lado, pero ¿entonces por qué carajo me teñí el pelo de rosa? 

No querer que nadie me mire raro fue incluso la razón por la que a mis 16 me teñí de negro luego de lucirme idéntica a Stephanie de LazyTown por tan solo tres meses. Esta vez no duró ni un mes. Ya nadie me mira, pero se nota que acá hubo un intento efímero de parecer rarita.


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